En un comunicado emitido este jueves, 5 de diciembre, el ejército sirio reconoció la pérdida de control sobre la ciudad, destacando el avance implacable de los insurgentes tras días de intensos enfrentamientos.
Hama, situada en una clave encrucijada que conecta Homs y Damasco, era una de las últimas líneas de defensa que mantenía el régimen de Bashar al Asad en el centro del país. Su captura marca un duro golpe para el gobierno, que ve cómo su control territorial se reduce a las principales ciudades de Homs y la capital, Damasco.
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Un relámpago ofensivo desde el norte
El avance rebelde comenzó la semana pasada con la captura de amplias zonas de Alepo, la segunda ciudad más importante de Siria. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), los combatientes del HTS lograron entrar en varios barrios de Hama tras rodear la ciudad desde tres flancos. En su avance, los insurgentes tomaron la prisión central, liberando a cientos de presos.
Un comunicado del ejército sirio, se admitió que las tropas se habían "redistribuido fuera de la ciudad" tras perder la capacidad de resistir la ofensiva. Mientras tanto, los enfrentamientos continuaban en las calles, con explosiones y bombardeos constantes que han dejado la ciudad sumida en el caos, según testimonios de residentes locales.
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Impacto humanitario y tensiones internacionales
Los combates han tenido un alto costo humano. Desde el inicio de la ofensiva el 27 de noviembre, al menos 727 personas han muerto, incluidos 111 civiles, según el OSDH. Además, la ONU estima que más de 115.000 personas han sido desplazadas en tan solo una semana.
Organizaciones como Human Rights Watch han advertido sobre el riesgo para la población civil atrapada en medio de los enfrentamientos. Tanto el régimen como los rebeldes han sido acusados de violaciones a los derechos humanos, exacerbando una crisis humanitaria que ya es devastadora tras más de una década de conflicto.
Un conflicto con implicaciones globales
El avance rebelde ha reavivado preocupaciones internacionales. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, alertó sobre la posibilidad de un resurgimiento del grupo Estado Islámico (EI), que en 2014 proclamó un "califato" en Siria.
Por su parte, Rusia e Irán, principales aliados del régimen de Asad, junto con Turquía, que apoyan a los rebeldes, han intensificado sus contactos diplomáticos en busca de estabilizar la situación. En tanto, los bombardeos de la aviación rusa y siria continúan en los alrededores de Hama.
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La caída de Hama tiene un peso simbólico adicional. En 1982, la ciudad fue escenario de una masacre a manos del régimen, que aplastó una insurrección liderada por los Hermanos Musulmanes. En 2011, Hama se convirtió en protagonista de protestas masivas prodemocracia, cuyo brutal aplastamiento marcó el inicio de la guerra civil.
La captura de Hama y la reciente pérdida de Alepo resaltan el debilitamiento del régimen de Asad frente a una insurgencia que, liderada por el HTS, parece más cohesionada y decidida que nunca. La guerra civil siria, que ha dejado más de 500.000 muertos, sigue siendo un conflicto sin resolución a la vista, con un país fracturado en múltiples zonas de influencia y un sufrimiento incalculable para su población civil.
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