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Tokio cierra los Juegos Paralímpicos y París toma el relevo

Foto: @Tokyo2020es
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Al término de este último día de competición, se han entregado 539 medallas de oro en doce días.

París, que acogerá sus primeros Juegos Paralímpicos dentro de tres años, ya ha tomado el testigo. Justo antes de que se extinguiera la llama paralímpica en Tokio durante la ceremonia de clausura, la alcaldesa de la capital de Francia, Anne Hidalgo, recibió la bandera paralímpica de manos del presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Andrew Parsons, este domingo. Esta entrega simbólica del relevo entre Tokio y París por el intermediario del CPI estuvo marcada por una fiesta en la capital gala, que acogerá la 17ª edición de los Paralímpicos en 2024 (28 agosto-8 septiembre).

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Cuatro semanas después del final de los Juegos Olímpicos, la ceremonia de este domingo puso punto y final a los Juegos de Tokio, retrasados un año y amenazados hasta el final por la pandemia del covid-19. "Estos Juegos no han sido solamente históricos, han sido fantásticos", aseguró Parsons alabando a los "deportistas que batieron los récords y ganaron los corazones". Al término de este último día de competición, se han entregado 539 medallas de oro en doce días, 96 de ellas a China, que lideró el medallero como ha sucedido en cada edición desde 2004.

Rasuli y Judadadi llevan la bandera afgana

Más que por las cifras, estos Juegos organizados en condiciones inéditas quedarán marcados por imágenes y emociones fuertes. Como las de los oros conseguidos por la esgrimista italiana 'Bebe' Vio y por el saltador alemán Markus Rehm, apodado 'Blade Jumper', a quien se le negó su participación en los Juegos Olímpicos por su prótesis de carbono. También atrajeron los focos los dos deportistas afganos participantes en Tokio tras escapar en el último momento de Kabul, que cayó en manos de los talibanes.

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Bajo los últimos destellos de la llama paralímpica antes de su extinción, las banderas de las 163 delegaciones desfilaron este domingo por el Estadio Nacional. Esta vez Hossain Rasuli y Zakia Judadadi, privados de la ceremonia inaugural, pudieron llevar la de su país. El cierre de su periplo marcó estos Juegos. Entre los miembros de las delegaciones, los trabajadores, los invitados y los medios de comunicación, unas 5.000 personas se congregaron en el estadio, que fue el escenario de un espectáculo variopinto y colorido. Para despedir los Juegos, los organizadores escenificaron un desorden organizado, en medio de un decorado que evocaba el paisaje urbano de Tokio, "una ciudad donde brillan las diferencias", según la temática de la ceremonia, a la que no pudo asistir ningún espectador. La última ola de la epidemia en Japón ha hecho mella en los espectadores de las sedes paralímpicas y en el primer ministro, Yoshihide Suga, cuya popularidad ha caído en picado, tanto por su gestión de la crisis sanitaria como por su obstinación en la organización de los Juegos. Por contra, una pequeña multitud asistió a la ceremonia en París en los jardines del Trocadero, frente a la Torre Eiffel, donde hubo un espectáculo en presencia de algunos de los medallistas paralímpicos que ya habían regresado de Tokio. A la espera del 28 de agosto de 2024, la última palabra desde Tokio fue para Parsons: "Las personas con discapacidad no deberían tener que hacer cosas excepcionales para ser aceptadas". AFP