En un mundo cada vez más consciente de los desafíos sociales y ambientales que enfrenta la humanidad, las inversiones de impacto se convirtieron en una poderosa herramienta para generar un cambio positivo y sostenible en Latinoamérica y sus comunidades rurales. Según el informe The Global Impact Investing Network (GIIN), el tamaño del mercado mundial de estas inversiones es de US$1,164 billones, lo que demuestra la relevancia que tiene para muchos el poder ser partícipe de esa transformación que ahora realizan las empresas en las comunidades rurales. Y es que no hay que olvidar que Latinoamérica enfrenta diversos desafíos que van desde la pobreza y la desigualdad, la falta de acceso a servicios básicos, hasta la degradación ambiental. Para el año pasado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), encontró en su informe Panorama Social 2022 que aproximadamente unas 201 millones de personas (32,1% de la población total de la región) viven en situación de pobreza, de las cuales, 82 millones (13,1%) se encuentran en extrema pobreza. Mira acá: She Is Global Forum, un foro en equidad de género con sello colombiano
Inversiones de impacto en las comunidades rurales
En este contexto, las inversiones de impacto en las comunidades rurales emergen como una alternativa que busca no solo obtener rendimientos financieros, sino también abordar de manera directa y efectiva estos problemas. Fue en el 2013 llegó Acumen a América Latina Acumen es una organización global sin fines de lucro fundada en Estados Unidos que se enfoca en la inversión de impacto en países en desarrollo, y que proyecta para la región, hacia el 2025, destinar cerca de US$4 millones en más de ocho compañías, con lo que esperan pueda generar un efecto positivo en la vida de más de 7.200 personas. Jorge de Angulo, Director Asociado de Acumen Latinoamérica, explica que son un fondo impact first, en donde las inversiones son vistas en este contexto como un medio y no como un fin para resolver algunos de los problemas que más aquejan a la humanidad actualmente y que consideran, son absolutamente primordiales, como es la erradicación o disminución de la pobreza y la preservación del medio ambiente. Desde 2013, esta organización ya invirtió en 14 empresas un total de US$ 9.4 millones, con un enfoque sectorial en tres pilares de la industria u las comunidades rurales: agronegocios, educación y energía. Siendo uno de sus mayores esfuerzos el de los desafíos estructurales de la pobreza en las comunidades rurales, espacio en donde se encuentran trabajando con organizaciones como: Cacao de Colombia, una empresa que produce y comercializa granos de cacao con pequeños agricultores y chocolate de alta calidad (bajo la marca “Cacao Hunters”) que se exporta a otros países; Azahar, que compra, tuesta, y vende café verde de alta calidad producido por pequeños agricultores o Selva Nevada que produce y comercializa helados artesanales los cuales son elaborados con frutas exóticas que son recolectadas por campesinos ubicados en zonas de posconflicto, entre otras tantas. De esta forma, han logrado impactar la vida de cerca de 3.900 pequeños agricultores y de un total de 15.600 personas. Esto, en parte, gracias al apoyo de inversiones de capital filantrópico por parte de diferentes aliados en los que se cuenta; a las Agencias de Cooperación de EEUU y Canadá: USAID y Global Affairs Canada, respectivamente. Además del BID Lab, la Fundación Bancolombia, y el PNUD, entre otras. Cabe recordar que las inversiones de impacto en las comunidades rurales, buscan generar un retorno financiero, y a su vez un impacto social y medioambiental positivo. En ese sentido, una de sus principales características es la de que el capital sea destinado con un fin transformador y se busca, que la misma pueda generar resultados medibles, objetivos cuantificables, efectivos y tangibles.
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