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Desórdenes en Buenos Aires tras llegada de la Selección Argentina

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Durante los festejos en Buenos Aires se registraron 31 lesionados y se presentaron enfrentamientos entre policías e hinchas.

Lionel Messi y la selección argentina campeona del mundo tuvieron que terminar su caravana de celebración este martes con un sobrevuelo en helicópteros sobre una Buenos Aires desbordada con más de 5 millones de hinchas, sin poder llegar al legendario Obelisco como estaba previsto. Al cabo de casi cinco horas de recorrido en un autobús descapotable que se movía prácticamente a paso de humano, los jugadores renunciaron a proseguir por tierra su trayecto que había comenzado en el predio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza, a unos 30 kilómetros por carretera del centro de la capital. La zona del Obelisco, en la avenida 9 de julio, tradicional lugar de celebración futbolística, se vio desbordada por millones de personas, lo que empujó a muchos aficionados a desplazarse hacia la cercana Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede de la presidencia.

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"Los Campeones del Mundo están sobrevolando todo el recorrido en helicópteros porque se hizo imposible seguir por tierra ante la explosión de alegría popular. Sigamos celebrando en paz y mostrándoles nuestro amor y admiración", anunció Gabriela Cerruti, portavoz de la Presidencia, en su cuenta Twitter. Apenas se supo que venían en helicóptero, miles de personas que esperaban en el centro de Buenos Aires corrieron hacia la Plaza de Mayo pensando que aterrizarían allí para asomarse desde el balcón de la Casa Rosada, sede de la presidencia, como hicieron en el pasado los campeones de México-1986 y de Argentina-1978.

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Buenos Aíres con celebración a medias

Pero el recorrido finalmente fue solo aéreo. Al final de la tarde, Messi y Ángel Di María volaron en un avión privado a Rosario, su ciudad de origen, junto con Paulo Dybala. Messi y Di María tomaron luego un helicóptero para ir al barrio privado en el cual tienen casa, a las afueras de Rosario. Dybala siguió viaje hacia Córdoba, su ciudad natal. Aunque la gente mostró una cierta decepción de que los jugadores no entrasen a Buenos Aires, igualmente continuó celebrando el triunfo. Cerca de la medianoche, cuando millones se habían desconcentrado, grupos pequeños de jóvenes forzaron la puerta de ingreso al Obelisco para hacer flamear una bandera en la ventana de lo más alto, a 67 metros. La policía reprimió con porras y balas de goma. Hubo enfrentamientos sin que aún la policía diera un balance de heridos o detenidos. Durante los festejos se registraron 31 lesionados "por politraumatismos y heridas cortantes", dijo una fuente de la comuna de Buenos Aires. AFP