El gobierno de Javier Milei ha generado intensos debates con su enfoque hacia el salario mínimo vital y móvil (SMVM), una herramienta que considera un obstáculo para el libre funcionamiento del mercado laboral. Mientras Milei busca eliminarlo gradualmente, su administración decretó recientemente un aumento escalonado que ha sido ampliamente criticado por trabajadores y sindicatos.
Un aumento insuficiente y su impacto
Mediante la Resolución 17/2024, el gobierno estableció incrementos del SMVM desde los actuales $279.718 a $296.832 en marzo de 2025. Si bien el portavoz presidencial, Manuel Adorni, destacó que este ajuste representa un valor máximo en dólares de los últimos cinco años, las cifras no logran compensar la inflación, que cerrará el año en cerca del 120%. En términos reales, el poder adquisitivo caerá un 17,8% respecto a diciembre de 2023, lo que profundiza la crisis salarial de los últimos años.
Los sindicatos habían solicitado un aumento significativo hasta $572.000, acorde con el costo de la canasta básica que ronda el millón de pesos para una familia tipo. Sin embargo, las propuestas empresariales, respaldadas por el gobierno, apuntaron a ajustes más moderados que consolidan la brecha entre ingresos y necesidades básicas.
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Luis Campos, abogado laboralista y director del Observatorio del Derecho Social, afirmó que el salario mínimo actual equivale a menos del 20% del salario promedio del sector privado registrado, una caída drástica en comparación con el 45% alcanzado en 2009.
¿El fin del salario mínimo?
El gobierno libertariano ha argumentado que la existencia de un salario mínimo es incompatible con una economía desregulada. Adorni expresó que esta medida impide contratar a trabajadores dispuestos a aceptar remuneraciones más bajas, lo que limita la flexibilidad del mercado laboral. Según el portavoz, la eliminación del SMVM se materializaría en una "Argentina completamente normal".
Esta postura ha sido fuertemente cuestionada. El salario mínimo no solo establece un piso para los trabajadores formales, sino que también sirve como referencia para jubilaciones, planes sociales y empleados informales, que representan cerca del 40% de la fuerza laboral. En un contexto donde el SMVM cubre apenas una cuarta parte de la línea de pobreza, su eliminación podría agravar las desigualdades y empujar a millones a la precariedad.
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El deterioro de los ingresos populares
Desde 2011, el salario mínimo en Argentina ha mostrado una tendencia decreciente en términos reales. Informes del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-Conicet) señalan que, incluso antes de las políticas actuales, el mercado laboral formal perdió más de 200.000 empleos entre septiembre de 2023 y junio de 2024. La reciente devaluación ejecutada por el ministro de Economía, Luis Caputo, ha acelerado esta caída, erosionando aún más el poder adquisitivo.
Además, los ajustes por decreto refuerzan la percepción de una política que favorece a los empresarios en detrimento de los trabajadores. La Confederación General del Trabajo (CGT) ha calificado la estrategia como "un ataque sistemático" contra las condiciones laborales.
Un llamado a la acción
La combinación de ajustes insuficientes, inflación galopante y la posibilidad de eliminar el salario mínimo ha encendido las alarmas entre las centrales sindicales. Estas instituciones, aunque criticadas por su inacción reciente, enfrentan la tarea urgente de movilizarse para evitar un mayor deterioro de las condiciones de vida.
En un país donde el salario mínimo ya se encuentra entre los más bajos de su historia, las políticas de ajuste propuestas por Milei y respaldadas por el FMI parecen consolidar un modelo económico que beneficia a las élites empresariales, pero que pone en riesgo la estabilidad social.
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La pregunta clave para Argentina es si estas medidas, en aras de la "normalización económica", no terminarán por profundizar las desigualdades y relegar a los trabajadores a un estado de vulnerabilidad aún mayor. La respuesta, al menos por ahora, parece estar en manos de las organizaciones sindicales y de una sociedad que aún busca cómo responder a los desafíos del cambio.
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