Criar a los hijos y darles una buena educación es una tarea desafiante pero gratificante que implica moldear a las futuras generaciones. En este proceso, es fundamental cultivar valores como el respeto, la empatía y la comprensión. A lo largo de la historia, algunas formas de crianza han recurrido a la violencia física o verbal como un medio de control, pero hoy en día, existe una creciente conciencia sobre la importancia de criar a los hijos sin violencia. Según dijo Adriana Vergara de la Ossa, docente del programa de Psicología de Areandina sede Valledupar, aún es común encontrar familias que pretenden educar a sus hijos con violencia física y verbal.
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Es clave, según la docente, no normalizar prácticas de abuso contra los niños sino revisar formas diferentes de diálogo. “Es importante aclarar que no todo trauma psicológico se puede percibir a simple vista, desde problemas de autoconcepto, autoestima, inseguridad, ansiedad, depresión, miedo al abandono y poca asertividad, pueden ser problemáticas que vienen asociadas a un historial de abuso y maltrato en la infancia y adolescencia”, señaló. Es más, Vergara insistió en que estos factores, junto con otros biológicos, sociales y culturales, pueden contribuir a la aparición de trastornos y problemas de salud mental en los niños, niñas y jóvenes. Normalizar la violencia y permitir tratos humillantes de las demás personas, deteriora la relación y el vínculo entre padres e hijos, creando reacciones emocionales adversas como sentimientos de desprecio por quien castiga.Comunicación y respeto para una buena educación
El diálogo es una herramienta poderosa para forjar un vínculo emocional sólido con los hijos. Escuchar activamente sus pensamientos y sentimientos, así como compartir los propios, crea un ambiente propicio para la confianza y el respeto mutuo. La comunicación abierta también les permite expresar sus preocupaciones y necesidades de manera constructiva. “Todo niño, niña y adolescente tiene derecho a recibir un trato digno, recibir afecto y cariño. La crianza de los hijos es una tarea que requiere de mucha paciencia y dedicación, es un camino en el que no solo aprende el menor sino también el cuidador o cuidadora en el día a día”, manifestó. Sin embargo, muchos padres se preguntan si dejar hacer lo que el niño o niña quiera es sano o es la solución para una crianza moderna. Vergara explicó que lo primero que se debe hacer es analizar qué hay detrás de un comportamiento, ¿necesidad de afecto?, ¿atención?, ¿hambre y sueño? “Esto a simple vista parece fácil, pero no es tan fácil, porque requiere que el adulto también pueda gestionar de forma correcta sus emociones, logrando el control de su propia conducta, y no es fácil porque en la sociedad se ha enseñado a reprimir las emociones que son molestas, como la tristeza, el enojo y, el miedo”, sostuvo.Elogio y disciplina positiva
Este enfoque busca corregir el comportamiento sin recurrir a la violencia. Se basa en el respeto mutuo, el diálogo y el entendimiento de las necesidades emocionales de los niños. Esta forma de disciplina implica escuchar y validar los sentimientos de los hijos mientras se establecen límites claros y se ofrecen soluciones constructivas.Puedes leer: Ventajas del uso de material desestructurado en los niños y niñas
Igualmente, reconocer y elogiar los comportamientos positivos de los hijos fortalece su autoestima y fomenta una buena actitud hacia sí mismos y hacia los demás, además de una óptima educación. En lugar de centrarse en los errores, destacar los aciertos y los esfuerzos brinda un entorno más amoroso y estimulante para el desarrollo de los niños. “Si queremos enseñar autocontrol al niño debemos también controlar nuestro propio comportamiento y esto lo logramos gestionando nuestras emociones", recalcó la docente. "Es importante aclarar que la permisividad y negligencia al extremo también son consideradas formas de maltrato; la disciplina positiva se trata de establecer límites y normas dentro de la crianza pero sin la utilización de la violencia”, cerró.