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Ingrid Betancourt espera condenas ejemplarizantes para exFarc

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Foto: Ingrid Betancourt ante la Comisión de la Verdad. AFP
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La excandidata presidencial habló de las secuelas del secuestro, el proceso de paz y sus verdugos.

El dolor no terminó con su liberación. Todavía hoy, 13 años después, Ingrid Betancourt confiesa que sufre cuando debe viajar y separarse de sus hijos. La colombo-francesa espera una "condena ejemplarizante" por el largo secuestro a la que la sometieron las extintas Farc. El miércoles la excandidata presidencial confrontó por primera vez a los responsables de la disuelta guerrilla frente a la Comisión de la Verdad surgida del pacto de paz firmado con el gobierno en 2016. Le sorprendió, según sus palabras, que ninguno de los antiguos comandantes soltara una lágrima ante los relatos de sufrimiento de los que alguna vez fueron sus rehenes. "Creo que ellos tienen una dificultad en sentir y esa es una dificultad que está ligada a su ejercicio como señores de la guerra", explicó en diálogo con la agencia AFP. Betancourt aseguró que lo más difícil del secuestro es “el sufrimiento de mis hijos, eso es un dolor permanente. En cualquier momento que tenemos de tensión en la familia, inmediatamente sale a resurgir el dolor del secuestro, de la imposibilidad de llenar los vacíos de ese tiempo y de esa distancia cuando no estuvimos juntos”. Secuestrada en la selva durante seis años (2002-2008) antes de que las tropas colombianas la liberaran, indica que se sentirá reparada “el día en que en Colombia podamos estar tranquilos de salir a la calle, de hablar como queramos sin ser acusados, donde no haya polarización, donde el hecho de pensar diferente no sea un delito”. Mientras tanto, “yo, como todos los otros compañeros míos de secuestro y las víctimas de las Farc queremos que este proceso lleve a la paz sin impunidad”. Estando en cautiverio murió su padre, y tampoco pudo estar con sus dos hijos cuando dejaban de ser adolescentes. Por ese dolor, cree que sus verdugos deben tener “una condena de pérdida de la libertad. No en la cárcel, pero sí con restricciones de movilidad en sus casas o en un espacio en donde ellos viven, pero que sientan que están restringidos en su vida por lo que hicieron”. La excandidata presidencial vive entre Reino Unido y Francia y pasó por Bogotá para encarar a sus verdugos y clamar por una sanción, advirtiendo que “aceptamos que ellos no vayan a la cárcel si dicen toda la verdad”. Con información de AFP