El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició su segundo mandato con una agenda contundente en materia migratoria. En menos de 48 horas tras su posesión el 20 de enero de 2025, implementó medidas que endurecen significativamente el trato hacia los migrantes, destacando un enfoque severo hacia el control fronterizo y las deportaciones.
El martes 21 de enero, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) revocó las directrices de la administración Biden que protegían a escuelas, iglesias y hospitales de ser escenarios de redadas migratorias. Según el DHS, esta decisión busca "empoderar" a los agentes para capturar a los que denominan "criminales extranjeros". Sin embargo, no se ofrecieron pruebas concretas que sustenten la afirmación de que dichos espacios estaban siendo utilizados por delincuentes para evadir a las autoridades.
La directriz anulada había sido introducida en 2021 para garantizar el acceso a servicios esenciales sin temor a la deportación, fomentando la confianza de los migrantes en instituciones clave como centros de salud y albergues. Esta nueva política, según organizaciones pro derechos humanos, podría generar mayor vulnerabilidad entre las comunidades migrantes.
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Trump y el programa "Quédate en México"
Adicionalmente, Trump reinstauró el programa "Quédate en México", un protocolo implementado durante su primer mandato, que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras sus casos son evaluados en tribunales estadounidenses. Este programa ha sido ampliamente criticado por limitar el acceso a la representación legal y exponer a los migrantes a condiciones inseguras en ciudades fronterizas.
En paralelo, Trump declaró una emergencia nacional en la frontera con México y reanudó la construcción del muro fronterizo, una de sus promesas insignia. También restringió la entrada de migrantes bajo programas humanitarios como el parole, que había permitido la llegada de miles de personas provenientes de países como Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Analistas advierten que estas medidas podrían escalar tensiones humanitarias en la región y enfrentar desafíos legales, mientras los opositores subrayan que las políticas de Trump buscan complacer a su base conservadora a costa de los derechos de los migrantes. Con estas acciones, Trump deja claro que el control migratorio será un eje central de su administración, marcando un drástico contraste con las políticas de su predecesor.
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